En mis años de práctica intensiva de soto zen, aprendí que cuando dejo de mirar lo cotidiano con asombro y de sentir alegría al empezar un día nuevo, algo en mi práctica no está bien. Al ordenarme boddhisatva, aceptaba renunciar a la iluminación para permanecer en el mundo hasta que todos nos pudiéramos iluminar juntos. Aceptaba vivir mi espiritualidad completamente enraizada en lo cotidiano, sin hacer diferencias entre “lo que es” sagrado y “lo que no lo es”. 

Cuando pierdo las ganas de jugar con mis hijas, de compartir mis alegrías y preocupaciones, cuando dejó de mirar al mundo con mis ojos de niña, he perdido mi práctica, la he desaprovechado, la he convertido en piedra.

Porque la práctica espiritual puede “enganchar” en su aspecto sensual. Porque se siente gustosa, gozosa, disfrutable. Y deseamos más. Pero la Vida está en cada momento de lo cotidiano también. Lo sagrado, la divinidad, espera derramarse en cada respiración y en cada acción de la vida cotidiana. Lo cotidiano no está separado de lo “espiritual”, y cualquier experiencia, por dolorosa o traumática que sea, nos puede llevar a lo trascendente.

~ Noraya

La Espiritualidad de lo Cotidiano es Luminosa

Por Omid Safi (@OSTADJAAN), columnista

(Imagen: Gustavo Gómez en Flickr)

Yo podría ser un yonki de experiencias. Me encanta lo extraordinario. Me encanta la extraordinaria belleza de ciudades como Estambul, París, Esfahan y Kyoto.
Me encanta la extraordinaria belleza de lugares como las playas de Florida, las colinas de Carolina del Norte, las Rocosas, Utah, Lago Tahoe, o la Isla de Vancouver. Me encanta el extraordinario sonido de Mahalia Jackson, Orüç Güvenç, Nusrat Fateh Ali Khan y Coltrane. (OK, y Hamilton.) Amo la sensualidad de la amada en sábanas suaves, pétalos de rosa y velas. Amo lo extraordinario y elevado que viene a través una intensa sesión de canto, de la oración en una mezquita otomana o la repetición de los nombres de Dios (dhikr).

Es fácil amar lo extraordinario. Es fácil seguir un camino espiritual basado en la sobrecarga sensorial de lo extraordinario. Es fácil enamorarse de las prácticas espirituales que conducen a la trascendencia y el éxtasis. Es fácil volar. Es fácil buscar lo “elevado”.

Y hay algo encantador en experimentar lo extraordinario, en recordar que tenemos facultades espirituales en nosotros abiertas a los reinos de más allá. Pero, ¿qué dice eso de lo ordinario? ¿De dónde sale eso todos los días? ¿Cómo experimentamos la tierra, lo cotidiano? Lo mucho menos llamativo, lo nada sexy, las palabras “aburridas” como la disciplina, el ritual, la comunidad – ahí es donde los ideales de nuestro camino espiritual se encuentran con la realidad de nuestra vida cotidiana.

Amemos lo ordinario. Amemos la cercanía de Dios y lo sagrado, aquí y ahora.
Apreciemos lo cotidiano, la respiración, el lugar donde nos encontramos.

Esta es la sabiduría del rabino Abraham Joshua Heschel, entre tantos otros, quien dijo:

“Se necesitan tres cosas

para alcanzar un sentido significativo de Ser:

Dios,
un alma,
y un Momento.
Y los tres
están siempre aquí. “

Dios. Alma. Un momento. Dios siempre está ahí.

Vivimos respiración a respiración. Siempre estamos en el momento, incluso si no estamos siempre plenamente habitando el momento.

Y siempre hay un corazón. Dios siempre está ahí. A veces estamos ausentes de nuestro propio corazón.
Heschel continuaría diciendo:

“La maravilla o asombro radical

es la principal característica

de la actitud del hombre religioso

hacia la historia y la naturaleza “.

Maravilla. Sobrecogimiento*. Asombro radical. Cómo amo estas cualidades.

El sobrecogimiento (awe, en inglés original) es la quintaesencia y cualidad maravillosa de vivir una vida encantada. El sobrecogimiento*, como el amor, no es ni siquiera una emoción. Es, sobre todo, una forma de estar en el mundo. Es una manera de estar con Dios, con el alma plena.

Solíamos tener un sentido de esta palabra en inglés. Hablaríamos de tener una experiencia “impresionante”. Incluso podríamos hablar de tener una experiencia “horrible”*. “Horrible” no significaba terrible. “Horrible” no significaba mal. “Horrible” significaba algo que te llenaría de sensación de asombro (Horrible, en inglés, awful, deriva de la palabra awe, cuya tradcución más común es “temor”).

Heschel volvió a la centralidad de esta sensación de temor, asombro y asombro radical una y otra vez:

“La forma más segura de reprimir nuestra capacidad

para entender el significado de Dios

y la importancia de la adoración

es dar las cosas por sentado “.

Este modelo de espiritualidad de lo ordinario comienza por no dar las cosas por sentado. Vemos los patrones en la vida, en la naturaleza, en los acontecimientos, en nuestras propias emociones, pero también reconocemos que cada momento, cada aliento, cada huésped del corazón es único. Lo “ordinario” ya es luminoso.

Dios y lo sagrado, lo encantado y lo luminoso, no están “allá” en alguna parte. Están bien aquí, donde estamos.

Que volvamos a lo ordinario, al aliento por el aliento, y el vivir en cada momento plenamente. A habitar cada momento y buscar la maravilla en el mismo. La negativa a dejar que la vida descienda a un ciclo de lo mundano, la insistencia de buscar asombro en lo ordinario – este es el comienzo de la vida espiritual. Heschel otra vez:

“La indiferencia a la sublime maravilla de vivir es la raíz del pecado”.

El pecado, para Heschel, no es en última instancia, sobre comer o no comer eso, orando en este templo o templo, pero perder esa sublime maravilla de estar verdaderamente vivo. Ese es el pecado supremo, el único pecado. Sí, hay mandamientos religiosos que observar. Pero el objetivo de la religión sigue siendo cultivar esa sensación de asombro, asombro y asombro radical.

Esta es la sabiduría que los sabios musulmanes nos indican también. El gran ‘Attar declara:

“Cada respiración,

cada aliento

de tu vida

es una joya preciosa. “

Qué hermoso vivir así, apreciar la preciosa joya en cada respiración.
Así que, amigos, vamos a vivir vosotros y yo en este asombro. Celebremos lo ordinario y encontremos la inmanencia de lo sagrado aquí. Y ahora.
Busquemos la belleza en los momentos de cada respiración. Vivamos una vida “impresionante” en cada respiración. Que tengamos una vida “sobrecogedora”*, una vida llena de asombro, en los momentos más ordinarios.

Ten una hermosa vida ordinaria. Que vivas en temor (awe). Que se llene de maravilla. Que se desborde con asombro radical. Que tengamos una vida increíble.

Notas de la traducción, por Noraya Kalam:

* Aquí, la palabra “sobrecogedora” es la forma en la que he traducido la maravillosa palabra AWE, en inglés, a falta de una traducción mejor y más adecuada. La palabra con la que se suele traducir normalmente AWE es “temor”, pero no estoy segura de que se entienda bien el sentido de lo que el autor está queriendo decir, así que he optado por “sobrecogimiento”. Aceptaré sugerencias de una traducción más adecuada. Gracias.